Wednesday, September 12, 2007

Las enseñanzas de Weng-Lu
Sabiduria milenaria para el hombre moderno

Sao Mi-Feng, discípulo de Weng-Lu, creador de la linea taoista.

"Si debes asociarte con alguien, es siempre bueno conocer su caracter, sabiendo así si es un hombre digno de transitar tu mismo camino. La mejor manera de conocer la esencia verdadera de un hombre es observar su trato con el vendedor de limones. Aquel que no respete al que practica este noble oficio lleva en su alma tan solo oscuridad, y quien siga su camino está condenado al sufrimiento."
Libro VII de la sabiduría de Weng-Lu

Sunday, September 09, 2007

Gracias por la magia
Psicodelia Nixon homenajea a los grandes magos de otrora

En los últimos tiempos he cierto notado decaimiento del interés en el asombroso mundo de la magia (o, para utilizar un término más exacto -evitando así que se me retruque utilizando a Harry Potter como argumento-, la prestidigitación). Si bien existen performers de gran popularidad, como David Blaine o Criss Angel, se perdió en ellos esa espectacularidad que distinguía a los grandes magos de antaño, ofreciendo un show que tiene más de mundano que de maravillo, y que carece de la elaboración que tenían los espectáculos clásicos. Si bien todavía existen algunos representantes de la "vieja escuela" (entre los cuales se puede mencionar, por ejemplo, a René Lavand, poseedor de una habilidad envidiable), su época de oro fue a finales de siglo XIX, cuando los espectáculos de magia tenían una importancia equivalente a los conciertos de rock de hoydía (esto, curiosamente, puede observarse en un par de films de estreno reciente: The Prestige y The Illusionist). Dedicaré, pues, este artículo, a recordar a algunos de los más grande ilusionistas de esa era.

Tobul el grande

De origen turco, Tobul se caracterizaba principalmente por sus trucos de adivinación, para los cuales utilizaba una bola de cristal en la cual muchas veces podían observarse cosas ocultas a la simple vista. Entre sus hazañas se encuentran el haber podido decir con exactitud el color de las bragas de todas las asistentes al teatro (y de un caballero que quedo expuesto así como un desviado sexual), identificar un vendedor de seguros oculto en la audiencia como un duque prusiano y predecir con gran precisión la masa atómica específica del Wolframio (que, de no ser por cierto juego de egos en el mundo de la química, podría haber sido llamado Tobulio).



Ambrose Lictor y su esposa, Edna, en su visita a Tandil.


El asombroso Profesor Lictor

Nacido en los Estados Unidos, Ambrose Lictor podría definirse como un hibrido entre antropólogo, psicólogo y artista. Si creaba una gran aura de misterio y misticismo alrededor de su espectáculo, este consistía principalmente en actos de hipnotismo. Su latiguillo era "el poder de la mente supera al de la naturaleza", y si bien tenía gran popularidad, su es considerado por autores contemporáneos como "la personificación en escena del racismo de la sociedad victoriana". Entre sus rutinas usuales se encontraban lograr que un judío y un irlandés se regalen dinero entre sí, que un saudí beba alcohol y que un sudanés demuestre inteligencia.

Winifred de Bavaria

Con un físico tosco y poco frecuente para un practicante de la prestidigitación, el hombre gordo de Bavaria tenía técnicas poco convencionales para realizar sus trucos. Utilizando las peculiaridades de su anatomía, Winifred realizaba grandes actos de aparición y desaparición de objetos, e incluso animales, llegando a hacer materializar una manda de cebúes en un escenario sin ningún tipo de dispositivo mecánico. Una de sus más grandes hazañas era el levitar utilizando puramente el empuje de sus flatulencias, que le permitieron, en una ocasión, girar a gran velocidad alrededor de la Tierra, invirtiendo así su rotación, con el fin de hacer retroceder el tiempo y lograr comer un embutido que había pasado su fecha de vencimiento.


Pingareto en su controversial publicidad de Le Mans.


Pingareto, el magnífico

Se podría decir casi sin lugar a dudas que éste ilusionista de origen portugués es uno de los más grandes magos de la historia, si no acaso el más grande. Con un acto que por momentos rozaba lo sobrenatural, Pingareto recorrió el Imperio Británico de esquina a esquina para obtener inspiración para su acto, y es por esto que en él se podían observar elementos provenientes de lugar tan lejanos como la India, China, o la mismísima Australia (donde, según algunos biógrafos, adquirió también una afición el por digeridoo). Maravillaba a sus espectadores con trucos tales como el remover la cabeza de su joven ayudante hindú para luego colocarla en el cuerpo de un pastor metodista, hacer desaparecer carromatos para luego hacerlos reaparecer en continentes lejanos (con todos sus ocupantes incluidos), reducir el tamaño de comerciantes a 23 centímetros y lograr que un caballo camine por las paredes de una iglesia sin dañar ninguno de los vitreaux.


La Reina Victoria


Sus trucos más afamados, sin embargo, son aquellos que involucraban metamorfosis, tanto propia como ajena. Fue esta habilidad la que lo llevó a tener la fama suficiente como para que la Reina Victoria se fijara en él, y lo invitara a realizar un espectáculo en el Palacio de Buckingham, con la mismísima corte como espectadores. Fue allí, donde, ante los maravillados ojos del público, convirtió a la Reina Victoria en una cacatúa. Ésta, encantada con las posibilidades que le habría ser un ave, decidió mantener esa forma indefinidamente, presentando en los actos públicos dentro de un muñeco de cera. La cacatúa se exhibe actualmente en el museo británico, etiquetada por un incauto como una mascota de la realeza.